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@ -2206,161 +2206,103 @@ Una manera de comprender este fenómeno por medio de la bibliografía
consultada es la idea en común de un «marco teórico» que según
explica la +++PRDC+++ de los productos culturales.
La producción, reproducción, distribución y conservación de los
bienes culturales se han configurado en tres grandes esferas.
Una esfera es la del creador que, mediante cierta relación de
parentesco, considera a los frutos de su actividad como creación
bajo su propiedad. En ciertas ocasiones este parentesco se da
a partir de la erotización de la apropiación creativa @parencite[schroeder1998a]
o su romantización @parencite[baldwin2014a]. En ambos casos quedan
mediados por concepciones metafísicas respecto a la producción
creativa ---el creador y su relación erótica para «dar a luz»
a su creación o el creador cuya creación es _ex nihilo_---. En
relación con las prácticas jurídicas y discursivas, estos extraños
acontecimientos tienden a normalizarse y a considerarse como
las maneras en las que se gesta el quehacer cultural, aunque
en realidad sea una imagen simplificada o distorsionada de la
producción cultural @parencite[benjamin2016a,foucault1999a].
Esta supuesta capacidad creativa única e irrepetible, así como
las horas empleadas para concretizar dicha capacidad en un producto
son las principales defensas para la protección de esta esfera.
Cabe la pena resaltar que históricamente las primeras personas
consideradas creadores fueron quienes se dedicaban al ejercicio
de la escritura, con el tiempo se incluyeron en la categoría
de «creadores» a quienes hacen arte o invenciones @parencite[baldwin2014a].
Así como la categoría de creador se amplió para otro tipo de
actividades, también hubo profesiones que en un primer momento
se consideraron como trabajo creativo pero que después pasaron
a juzgarse como ejercicios secundarios; por ejemplo, la labor
llevada a cabo por traductores e intérpretes @parencite[baldwin2014a].
La +++PRDC+++ de los bienes culturales se ha configurado en tres
esferas. Una es la del creador que, mediante una relación de
parentesco, considera los productos de su actividad como creación
de su propiedad. El parentesco se da a partir de la erotización
de la apropiación @parencite[schroeder1998a] ---acto para «dar
a luz»--- o de su romantización @parencite[baldwin2014a] ---creación
_ex nihilo_---: concepciones metafísicas respecto a la producción.
Esto se considera la manera de hacer cultura, aunque en realidad
sea una simplificación o distorsión de la producción cultural
@parencite[benjamin2016a,foucault1999a]. Esta capacidad creativa
única e irrepetible, y los tiempos necesarios para su ejercicio,
son las principales defensas para salvaguardarla. Históricamente
las primeras personas «creadoras» fueron las dedicadas a la escritura,
con el tiempo se incluyeron a artistas e inventores, así como
hubo actividades cuya creatividad se cuestionó, por ejemplo,
la labor de traductores e intérpretes @parencite[baldwin2014a].
En otra esfera se encuentra el distribuidor que en general tiene
un triple objetivo. Primero, mediante un consentimiento contractual
produce al menos un soporte para el trabajo del creador según
las capacidades técnicas de reproducción y las normas estructurales
y de presentación _ad hoc_ a las expectivas de la tradición de
cada disciplina. Estos soportes pueden ser un libro, un disco
de música, un concierto o cualquier otro dispositivo que _da
soporte_ a la divulgación pública de la obra. Segundo, mediante
la constitución de contratos el distribuidor determina la legalidad
de las posibilidades en la reproducción de la obra. Por último,
también mediante el contrato se determinan los mecanismos y los
alcances de los tipos de distribución o de comercialización adoptados.
La cantidad de recursos humanos, económicos y políticos para
poder cumplir estos tres objetivos son los elementos más relevantes
que se emplean para conservar esta esfera. Cabe la pena indicar
una importante matización. Ciertos actores presentes aquí tienden
a hacer una división del trabajo para poder cumplir con este
triple objetivo. Por un lado están los reproductores ---como
los productores de música o de películas, las compañías de videojuegos
o las editoriales--- cuyos objetivos es la transformación y la
reproducción de lo creado por el autor o el inventor en un soporte
usable para el público ---aquí hay incluso una subespecilización:
los que diseñan y los que fabrican a partir de ciertas pautas---.
Por el otro lado se encuentran los agentes que se encargan de
distribuir el producto final ---como los distribuidores de libros,
Otra esfera es la del distribuidor que en general tiene tres
objetivos garantizados por el contrato. Primero, produce un soporte
para el trabajo del creador según las capacidades técnicas y
las normas de presentación _ad hoc_ a las expectivas de cada
disciplina. Este puede ser un libro, un archivo digital, un concierto
o cualquier otro dispositivo que _da soporte_ a la divulgación
pública de la obra. Segundo, determina las posibilidades legales
de su reproducción. Por último, delitima los mecanismos y alcances
de la distribución. La cantidad de recursos humanos, económicos
y políticos para cumplir estos objetivos es el argumento más
relevante para conservar esta esfera. Vale la pena una matización:
hay una tendencia a la división del trabajo. Por un lado están
los reproductores ---como los productores de música o de películas,
las compañías de videojuegos o las editoriales--- cuyos objetivos
es la transformación de lo creado en un producto reproducible
y usable para el público. Además, hay una subespecilización entre
los que diseñan y los que manufacturan ---por ejemplo, el editor
y el impresor---. Por el otro lado están los agentes que colocan
el producto en el mercado ---como los distribuidores de libros,
de música o de películas o las plataformas de venta como Google
Play, Amazon, App Store o Steam---. Según el aspecto a resaltar,
se hablará en su momento de reproductores o de distribuidores,
pero siempre denotando que forman parte de esta esfera del quehacer
cultural.
Play, Amazon, App Store o Steam---.
La última esfera a presentar es la que compete al «público».
En el marco actual de la producción cultural el público tiene
por lo menos dos funciones en este ecosistema. Primero, mediante
el consumo o la donación es quien permite este tipo de economía
cultural. Pero su accesibilidad por lo general queda restringida
a los usos que los productores y los reproductores permiten dar
a las obras adquiridas. Segundo, esta esfera puede visibilizar
o enterrar proyectos culturales mediante el ejercicio de la crítica.
Las redes sociales, por ejemplo, han permito que el público dé
mucha visibilización a producciones culturales, incluso hasta
el punto de minar o catapultar carreras literarias, artísticas
o científicas.
La última esfera es la del «público» que ejerce por lo menos
dos funciones. Primero, mediante el consumo o la donación alimenta
este tipo de economía cultural, aunque su accesibilidad queda
restringida a los usos permitidos por las otras esferas. Segundo,
esta esfera puede visibilizar o enterrar iniciativas a través
del ejercicio de la crítica, como la que se lleva a cabo en las
redes sociales.
Cada una de estas esferas consisten en tres actores con diferentes
funciones que hacen del quehacer cultural una economía basada
en la oferta y la demanda. En este contexto, existen una diversidad
de propuestas, tanto de teóricos de la +++PI+++ como de quienes
apoyan los +++BC+++, que se han estado discutiendo en las primeras
doce secciones de esta investigación.
Cada esfera consiste en actores con diferentes funciones que
hacen del quehacer cultural una economía basada en la oferta
y la demanda. En este contexto existen varias propuestas, tanto
de teóricos de la +++PI+++ como de quienes apoyan los +++BC+++,
que se han mencionado en las primeras doce secciones. Por ejemplo,
leyes que acoten la esfera del distribuidor, como las reformas
pretendidas por el _copyjustright_. Su contraparte es el cabildeo
de dicha esfera para implementar cambios a favor de sus intereses,
como el robustecimiento de la +++PI+++.
Algunas de estas propuestas es la limitación del poder de los
distribuidores para generar leyes más justas, como las reformas
pretendidas por el _copyjustright_. Su contraparte sería la influencia
política que los distribuidores ejercen mediante el cabildeo
para implementar cambios a favor de sus intereses, como es el
robustecimiento de la +++PI+++.
Otra sugerencia es ampliar la esfera pública. En gran medida
los movimientos del _copyleft_ y _copyfarleft_ han apostado por
el incremento de las libertades _de uso_ para el público. El
_copyleft_ supone que la industria encontrará la manera de adecuarse
a esta amplificación. El _copyfarleft_ pretende que esto detone
una economía no capitalista que se centre en los _productores_
y en sus necesidades de _subsistencia_ y organización. El polo
opuesto es la preocupación de que esto mine la democracia y la
libre expresión en un contexto donde la esfera pública es fácil
de persuadir, como el caso de Cambridge Analytica.
Otra sugerencia ha sido darle más poder al público. Aunque los
teóricos de la +++PI+++ y el _copyjustright_ han expuesto intereses
en este tipo de transferencia, son los movimientos del _copyleft_
y del _copyfarleft_ los que han apostado en un mayor incremento
de las libertades _de uso_ para el público. Para el caso del
_copyleft_ existe el supuesto de que la industria encontrará
la manera de adecuarse a este nuevo balance en el poder. Para
el caso del _copyfarleft_ se tiene la pretensión de que esto
genere un nuevo tipo de economía no capitalista que se centre
en los _productores_ y en sus necesidades de _subsistencia_ y
de organización. El contraste de esta sugerencia ha sido la preocupación
de dar poder al público en un contexto donde se ha evidenciado
la facilidad de persuadirlo para optar por políticas que minan
el ejercicio democrático y de la libre expresión, como el caso
de Cambridge Analytica.
Por último, la esfera creativa ha impulsado políticas que favorezcan
sus intereses. Este fenómeno es paradójico. Los creadores, los
teóricos de la +++PI+++ y los defensores de los +++BC+++ han
resaltado la precariedad en el que viven la mayoría de los creadores,
aunque sean la fuerza de trabajo para la generación de plusvalía
---como el «cognitariado» de @textcite[berardi2003a]---. Por
ello, deberían tener un mayor control sobre _su_ obra o la plusvalía
tendría que repartirse de manera más equitativa. Sin embargo,
este impulso por lo general beneficia a las instituciones responsables
de esta insuficiencia. Se hace hincapié en el producto o en la
riqueza que genera, pero no en la infraestructura industrial
en manos del distribuidor de la que depende.
Por último, los creadores a través de gremios o sociedades de
gestión han impulsado políticas que favorezcan sus intereses.
Este fenómeno es paradójico. Los creadores, los teóricos de la
+++PI+++ y los defensores de los +++BC+++ han resaltado el estado
precario en el que viven la mayoría de los creadores ---y que
en este sentido son la fuerza de trabajo para la generación de
plusvalía; en términos de @textcite[berardi2003a] estos conformarían
el «cognitariado»---. Por lo que se ha concluido que estos deberían
tener un mayor control sobre cómo se utiliza _su_ obra y sobre
cómo la plusvalía debería de ser repartida de manera más equitativa.
Sin embargo, bajo diversas iniciativas y según la manera en como
se ha organizado el quehacer cultural, este impulso por lo general
termina por beneficiar a las instituciones responsables de esta
precariedad laboral: las sociedades de gestión, las productoras,
las editoriales y, en general, a los distribuidores. Mientras
que los creadores no tengan la capacidad de prescindir de los
distribuidores o de encontrar mejores condiciones para la negociación,
sus exigencias generarán tensión hacia el distribuidor o incluso
hacia el público.
Existen por lo menos dos casos en los que la tensión hacia el
público es perceptible. Una es cómo la exigencia de mejores condiciones
laborales repercute en el costo de producción y reproducción
de los bienes culturales, cuyo aumento tiende a ser absorbido
por el público. Esto encarece el precio para el acceso a estos
bienes e incentiva la piratería ---que muchos creadores y distribuidores
combaten---. El segundo caso son las exigencias de impulsar protecciones
más largas de los derechos de +++PI+++. Esto constriñe el acceso
público de los bienes culturales a través de vías jurídicas.
En la bibliografía consultada no se localizó un esfuerzo explícito
por explicar por qué la producción, la reproducción, la distribucción
o la conservación de los bienes culturales se teoriza a partir
de un marco que involucra tres grandes actores: el creador, el
distribuidor y el público. Además, no se encontraron motivos
que expliquen por qué los dos «bandos» de esta «guerra» ha pasado
por alto al Estado como un actor adicional de este marco.
¿No son las instituciones del Estado una cuarta esfera y un actor
relevante para el quehacer cultural contemporáneo? A través de
las legislaciones de la +++PI+++ el Estado garantiza el trabajo
del creador como un íntimo ejercicio productor de propiedad.
Diversas instituciones del Estado dan garantías para que los
creadores y los distribuidores puedan establecer relaciones comerciales
mediante un contrato que permite la «apertura» pública de la
creación. Por último, este actor también es garante de las posibilidades
En la bibliografía consultada no se localizaron los fundamentos
de un marco en la +++PRDC+++ de los bienes que involucra tres
esferas: el creador, el distribuidor y el público. Además, entre
ambos «bandos» de esta «guerra» tampoco se encontraron motivos
que justifiquen la omisión de otra esfera: el Estado. A través
de las legislaciones de la +++PI+++ el Estado garantiza la labor
creativa como una producción íntima de propiedad. Por el contrato
las instituciones estatales garantizan las relaciones comerciales
entre creadores y distribuidores para la «apertura» pública de
la creación. Por último, esta esfera avala las posibilidades
de uso justo de la +++PI+++, desde el establecimiento de reglas
comerciales ---como el precio único en los libros o leyes antimonopolio---,
pasando por doctrinas jurídicas que brindan excepciones ---como
el uso de creaciones culturales sin autorización explícita para
fines de investigación o de educación, o para ampliar su distribución
a poblaciones consideradas vulnerables---, hasta el compromiso
de velar por el correcto uso legal del dominio público.
pasando por excepciones jurídicas ---como el uso sin autorización
para fines de investigación o de educación, o para ampliar la
distribución a comunidades vulnerables---, hasta el compromiso
de velar por el uso legal del dominio público.
Este actor es el mediador entre el creador, el distribuidor y
el público. Pero en su camino fortalece su presencia en el quehacer