Redacción de 8

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Nika Zhenya 2019-01-09 17:44:35 -06:00
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@ -715,22 +715,22 @@ Sin embargo, a diferencia de estos, perciben a la PI en un sentido negativo.
Para este otro espectro el fundamento de la PI e incluso de la propiedad en
general está en disputa.
Esta ala apuesta por los «bienes comunes». Pero ¿qué son? Una respuesta
Esta ala apuesta por los «bienes comunes» (BC). Pero ¿qué son? Una respuesta
tentativa es que se trata de un ecosistema donde las creaciones intelectuales
están disponibles públicamente @. Este no está dado ni es evidente, sino que
brota a través del reconocimiento entre creadores o a partir de entidades
públicas de gestión de derechos. A diferencia de la PI, en los bienes comunes
públicas de gestión de derechos. A diferencia de la PI, en los BC
se supone que existe la libertad de uso, modificación, difusión y adaptación
de las creaciones culturales sin necesidad de solicitar la autorización del
autor o de realizar un pago.
La definición es vaga. Tal como la PI, los bienes comunes sirven de término
La definición es vaga. Tal como la PI, los BC sirven de término
aglutinante de diversas clases de creaciones intelectuales a las que _no se
aplican_ los mecanismos tradicionales de la PI. Una primera clase es el
dominio público. Las creaciones disponibles en este dominio son aquellas
que, una vez vencido el lapso de apropiación de alguna PI, pasan a este otro
espacio donde «pueden ser libremente utilizadas por cualquier persona» @. La
gran mayoría de las obras dentro de los bienes comunes forman parte de esta
gran mayoría de las obras dentro de los BC forman parte de esta
clase, hasta el punto en el que «dominio público» se emplea como sinónimo de
«bienes comunes». Los mecanismos de la PI no aplican a estas creaciones
por el simple motivo de que su periodo de monopolio artificial ha caducado.
@ -745,7 +745,7 @@ expirarse los derechos, la PI se traslada al «banco de ideas» @ que representa
el dominio público. Es decir, en este enfoque la PI es «bien común potencial»
cuya actualidad acontece cuando el monopolio caduca @.
Otra de las grandes clases dentro de los bienes comunes es la propiedad
Otra de las grandes clases dentro de los BC es la propiedad
pública. En este sentido se trata de creaciones transmutadas en propiedad
que no le pertenecen a ninguna entidad privada. La propiedad pública tiende
a estar bajo el resguardo gubernamental aunque en varias ocasiones su gestión
@ -756,7 +756,7 @@ propiedad está a disposición de todo el público. Se puede utilizar libremente
como el dominio público. Sin embargo, por su interés público, tienen un estado
de excepción de los mecanismos tradicionales de la PI @. De manera general hay
dos tipos de «ideas» que no pueden ser PI —y que por ello no pueden formar parte
del dominio público, aunque sí de los bienes comunes—. Unas son las ideas
del dominio público, aunque sí de los BC—. Unas son las ideas
comunes, tan generales que su monopolio es poco útil @. Las ideas de una
historia ambientada en el medievo, de un vehículo eléctrico, de un logotipo
que tenga los colores de la bandera, de una botella con terminado mate o de la
@ -851,18 +851,119 @@ puede leerse en el «Budapest Open Access Initiative» @.
En las últimas décadas esta ala ha estado muy agitada. Aquí solo hay una
breve narración de los últimos años. Un desarrollo tendido todavía es necesario.
No obstante, es posible observar que varios proponentes de los bienes comunes
No obstante, es posible observar que varios proponentes de los BC
tienden a percibirse desde un linaje distinto al de la PI. Este imaginario ha
creado la acuñación de términos como el de «_copyleft_», que supone una postura
contrapuesta al _copyright_. Los bienes comunes distan mucho de ser homogéneos.
contrapuesta al _copyright_. Los BC distan mucho de ser homogéneos.
Se hace evidente en neologismos como «_copyfarleft_» —una vertiente radical y
crítica del _copyleft_— o «_copyfight_» —una conflagración abierta en contra
del _copyright_, por lo general a través de la piratería—, o con la
popularización de la coletilla de «radical». Esto genera una polarización entre
dos vertientes: los bienes comunes y la PI.
dos vertientes: los BC y la PI.
## 8. La pelea por la herencia
## 8. ¿Pelea por la herencia?
Varios autores dentro del «bando» de la PI han manifestado que esta y los
BC son dos momentos en una misma estructura orientada a garantizar
la libertad de autoría para todos @. Teóricos como Moore han prestado más
atención al traslado entre una y otros al manifestar que los BC
—así como el «estado de naturaleza»— son estadios morales ha ser cambiados
formalmente mediante relaciones de propiedad @. Hughes prefiere denotar
sus similitudes al tratar a la PI como bien común potencial @. Otros, como
Epstein, concluyen que no hay manera de ir en contra del dominio público @.
Sin embargo, del parentesco no se deriva la fraternidad. Incluso de manera
jocosa podría declararse que en varios de los casos las riñas más
intestinas se dan entre familiares. Durante la velada entre consanguíneos
arriba ese pariente dispuesto a la trifulca. Para los BC, la PI
ha puesto en peligro el ecosistema cultural al haber concebido a los
«anticomunes». Cuando los derechos exclusivos son tantos y pertenecen a un
sin fin de entidades, los costos para la alienación de la PI se elevan
hasta hacerla prohibitiva @. Los anticomunes se engendrarían a partir de las
actuales legislaciones de la PI y su constante tendencia a la «expansión»,
«robustecimiento» o «engrosamiento». No es que la PI mute en un perpetuo
monopolio, sino que el precio para su acceso, disfrute y uso está fuera del
alcance para la mayoría de la población. El acceso a la cultura sufre de una
fisura en las que el poder adquisitivo condiciona el libre tránsito. En este
sentido, pese a su legalidad, la PI va en contra de los BC.
La riña posee dos tendencias. En un sentido débil, algunos simpatizantes de
los BC critican las actuales legislaciones de la PI y su inclinación
imperialista, pero no la niegan @. Al contario, proponen otros
mecanismos similares pero más flexibles para la gestión de derechos @. Esta
vertiente puede identificarse en personajes como Raymond o Lessig, o en
políticas públicas en pos del acceso abierto, como la llevada a cabo por
SciELO. En un sentido fuerte hay quienes critican y rechazan cualquier tipo de
PI. Esta tendencia es común entre colectivos de izquierda —anarquistas,
socialistas, comunistas, etcétera—.
La PI surge de los BC para luego retornar. La necesidad de
instituciones jurídicas y judiciales para velar por la PI hace patente su
artificialidad, cuyo sustento viene de los BC. Pese a esta interdependencia, se
declara una guerra de desgaste. Ambos bandos dilapidan sus recursos sin poder
visualizar un desenlace. Una hecatombe donde, sin importar el resultado, los
sistemas hegemónicos en la economía y la política obtendrán una balanza
positiva. Si los monopolios se terminan por imponer, la acumulación de
capital se llevará a cabo desde redes nítidas de trasferencia de la riqueza. Si
la correctud política apoya la flexibilización, se abrirá la puerta para nuevas
bonanzas económicas cuyo fundamento yace en la apertura de la información.
Estos sistemas quedan sin cuestión e incluso podrían reforzarse.
En la crítica a la PI o a la propiedad privada existe la predisposición a pasar
por alto la crítica a los BC. En el caso más extremo incluso se
considera que la apuesta por este tipo de bienes es la panacea ante el embate
cada vez mayor y más complejo de los sistemas de PI. Como consecuencia se
pierde de vista que esta cruzada tiene objetivos paradójicos.
Los defensores de los BC apuestan por la apertura de la información. Sin embargo,
no existe consenso sobre el grado o las medidas para llevarla a cabo.
Si la apertura es parcial, se trataría de una «guerra restringida» por la cual
no se pretende completa destrucción del «enemigo», sino obtener una
predominante ventaja económica o política @. En este contexto no se buscaría
la abolición de la PI o la propiedad privada, sino la disminución de su empuje,
como es la detención o la disminución de su «expansión». De esta manera se
explicitaría que se tratan de dos elementos en relación dialéctica, donde
la antítesis siempre es necesaria para la síntesis. Es decir, semejante
contienda nunca existió, únicamente se trató de un periodo de tensión previo
a uno de distensión. Esto no elimina la necesidad de lucha, pero sí evidencia
que los BC y la PI no se contraponen sino que se superponen. Si la apertura es
total, en su lugar se establecería una «guerra absoluta», una fantasía en la que
se hace un extremo uso de la fuerza para la extinción del enemigo @. Estas
confrontaciones requieren un amplio uso de recursos sin nunca aniliquilar
totalmente al adversario. Un conflicto bélico, por sí solo, es incapaz de diluir
el sustrato cultural o histórico del oponente. Aunque las intenciones de la PI o
de los BC sea la disolución de su contrario, no será un objetivo que se alcance
por medio de meras legislaciones laberínticas u organizaciones políticas
comunales. Al menos para un corto o mediano plazo hay la necesidad de plantear
un panorama de coexistencia o una estrategia en un estado de desgaste entre la
PI y los BC. En ninguno de los casos se da resolución a la tensión.
El empleo de términos clausewitzianos no pretender crear una hipérbole. Varios
activistas y teóricos de la PI o los BC se perciben dentro de una guerra
cultural. La paradoja tiene la posibilidad de reelaborarse a partir del
problema sobre la privacidad. Como se indicó, una apertura parcial demuestra la
necesidad de cierta clase de relación entre la PI y los BC, por lo que al final
refleja la necesidad de encontrar un equilibro entre ambas posturas. No
obstante, en la completa apertura de la información viene implicada
la exigencia de hacer pública todo tipo de información, incluyendo registros
médicos o bancarios, así como medios de contacto personal o de acceso
a información privada —fotografías, documentos, mensajería, etcétera—. De
manera general implica la absorción de la esfera privada en la pública. De
modo particular se traduce en la posibilidad de que otras entidades usen la
información personal sin necesidad de autorización. En el estado actual de las
cosas esto genera el peligro de un uso indebido o perjudicial, ya que se puede
emplear para un sin fin de intereses económicos, políticos o militares.
Los simpatizantes de la apertura de la información tienden a inclinarse
a una defensa de la privacidad @. Esto hace pensar que el supuesto conflicto
no descansa sobre el interés de una total apertura, sino solo de aquellos
elementos que se consideran de interés público. La PI no sería entonces el
problema de fondo, sino un chivo expiatorio. ¿Quién es el agente problemático
en el acceso a nuestra herencia cultural? ¿Acaso es el «expansionismo» de la PI?
## 9. Del parentesco al aura
Al parecer la conflagración entre la PI y los BC es un síntoma de un
padecimiento muy arraigado en nuestra cultura.
## 10. Hacia una micropolítica del aura