Redacción de 17

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@ -3156,32 +3156,353 @@ sección.
Fata un análisis más a fondo sobre los tipos de apropiación ---por
ejemplo, ¿la apropiación comercial o penal mutan o son desplazadas
por la legal?---, porque bien pueden no evidenciar las reglas
de operación que justifiquen la autoría como un realizativo.
Sin embargo, el autor, sin su enunciación, desaparece. En el
tendedero queda el creador, el productor, el escritor, el artista,
el inventor… oficios hechos profesiones y expresiones lingüísticas
tornadas en ilusiones cuyo sustrato es la atribución y la apropiación
de obras e invenciones.
de operación que justifiquen a la autoría como un realizativo.
Sin embargo, lo que se quiere señalar es que el autor, sin su
enunciación, desaparece. En el tendedero queda el creador, el
productor, el escritor, el artista, el inventor… oficios hechos
profesiones y expresiones lingüísticas tornadas en metáforas
creacionistas cuyo sustrato es la atribución y la apropiación
de obras e invenciones. La autoría brota en al menos tres situaciones:
la apropiación indebida, el comercio injusto y la atribución
del discurso. De la demanda por derechos de autor que ni el escritor
está de acuerdo; pasando al distribuidor que exalta al creador,
aunque el porcentaje de regalías al productor no supera el cinco
por ciento ---además, considérese la constante tensión de exigir
el pago anual a tiempo---; hasta la crítica que hace del autor
y _sus_ conceptos el centro de sus reflexiones aunque, a veces,
no se dé cuenta que leen a otro cuya originalidad reside en pasar
desapercibido, la autoría solo está cuando se le llama.
--------
¿Dónde está su autonomía, qué importan sus procesos, quién defiende
sus derechos? Sin un ejercicio de repetición, el autor no puede
asegurar su permanencia. Los dos ejes por los cuales la autoría
se constituye son la atribución y la apropiación remitida a un
mismo individuo. No obstante, en la sección pasada se ha exhibido
Un ejemplo en como se da esta transmutación de intereses lo tenemos
en las «economías del regalo» que se da en el desarrollo de _software_
libre o de código abierto, así como en el movimiento de la cultura
libre o de la iniciativa del acceso abierto. Pese a la insistencia
de textcite[stallman2004b] de que el movimiento del _software_
libre apuesta por el programador y el usuario final ---el creador
y el «público»---, las cuatro libertades establecidas para ello
---vistas en la sección 8--- suponen un salto cualitativo entre
las libertades del uso de un programa y la libertad de quien
lo desarrolla o de quien lo consume. El discurso de textcite[stallman2004b]
y de la +++FSF+++ se enfoca en que el _uso_ libre del _software_
para así fomentar una sociedad «libre» y democrática. Los esfuerzos
en la promoción para el uso y el desarrollo de _software_ libre
* la posibilidad de atribución sin que esto implique apropiación;
en otros términos, hay productor, incluso productor asalariado,
pero no propietario;
* la atribución como apropiación de un individuo es una facultad
garantizada por legislaciones e instituciones gubernamentales;
es decir, la relación entre la esfera del creador y del distribuidor
está mediada por el contrato, no es un nexo natural, sino positivo
y delimitada a través del comercio;
* la remisión de la atribución y la apropiación a un mismo individuo
permitió justificar procesos intrínsecos; a saber, las
metafísicas de la creación.
En @textcite[foucault1999a] ya existe la preocupación de conceder
a una técnica de producción ---en este caso la escritura--- un
«estatuto originario», donde el acto opera en «términos trascendentales»,
como las afirmaciones sacras de la teología o las creacionistas
por parte de la crítica. Pero con anterioridad, @textcite[benjamin2018a]
da una puerta para hablar de las «metafísicas de la creación»
mediante el concepto de «aura». Si bien el concepto emerge a
través de una teoría del arte que toma en cuenta las consecuencias
de su reproducibilidad mecánica, @textcite[benjamin2018a] también
indica que la pérdida del aura es «un proceso sintomático cuya
relevancia va más allá del ámbito del arte».
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No hay una definición unitaria de lo que es el «aura». En su
lugar, @textcite[benjamin2018a] poco a poco suelta características
definitorias y clasificatorias. Con este concepto se busca evidenciar
una supuesta singularidad _natural_ de la obra de arte: su lejana
unicidad, sin importar que tan cercana sea su aparición. La lejanía
no es material, sino esencial, donde la obra de arte, sin importar
su proximidad, siempre se muestra con cierta distancia. Este
alejamiento puede ser por el valor «cultual» en el que la función
ritual le concede autenticidad a la obra. Según @textcite[benjamin2018a],
este es el primer valor de uso dado a la obra de arte. Es decir,
un culto a la belleza que culmina en una teología del arte que
rechaza toda función social. La reproducibilidad mecánica acercará
la obra pero con nuevos modos de percepción y de valor: la exposición.
La cercanía se trataría de un proceso de descentralización de
la difusión y la producción artística, un cambio de hábitat donde
el lugar asignado para el arte queda modificado por los espacios
en donde se localizan las masas. Por otra parte, por unicidad
@textcite[benjamin2018a] indica el «aquí y ahora» de la obra
artística. Antes de la reproducción mecánica, la producción de
la obra de arte se suponía irreproducible o con un tipo de reproducción
que siempre partía del original. Sin embargo, con este nuevo
modo de reproducción la obra de arte ya puede ser pensada sin
la existencia de un original o ---como @textcite[benjamin2018a]
verá en la fotografía y en el cine--- incluso el advenimiento
de nuevas técnicas artísticas donde la originalidad ya no reside
en el objeto producido, sino en la «personalidad» de los actores
presentes en el proceso de producción.
La esfera del Estado, a través del ejercicio legislativo, limitó
la esfera de los distribuidores, dio forma jurídica a la esfera
del público y permitió la independencia de la esfera del creador.
En su decaída, el aura es más perceptible a través de sus destellos.
A @textcite[benjamin2018a] no le interesa más la génesis de esta
categoría metafísica o teológica que las posibilidades abiertas
por su pérdida por medio de la reproducción mecánica del arte.
No obstante, de manera constante advierte que no es coincidencia
que esta noción ---junto con otros conceptos «tradicionales»
como son el genio, la creatividad, la eternidad y el misterio---
sea operante para el fascismo. La decadencia tiene cabida gracias
a la cercanía posible por la reproducibilidad, además de la negación
de la unidad presente en la serialización. Con ello el arte pierde
su autonomía, porque su operatibilidad mecánica la emancipa de
su carácter cultual, pero la coloca dentro de un circuito mercantil.
Años antes, @textcite[benjamin2016a] había indicado este nexo
y las implicaciones que tenía con el productor. El autor, como
elaborador de productos y no como organizador de los medios de
producción, tiene el efecto contrarrevolucionario de poner su
trabajo a disposición del capital. Por ello la urgencia de que
el autor se pregunte «por su posición en el proceso de producción».
La condición de productor como elaborador de mercancías en lugar
de un organizador de la producción es un indicativo de una falta
de autonomía de la esfera autoral. Mientras tanto, sus procesos
creativos adquieren relevancia gracias a la posibilidad de acceso
a la propiedad privada garantizada y fomentada por instituciones
estatales y el comercio. El ejercicio intrínseco de individuo
creador exige un espacio privado para su actividad creativa.
La esfera del creador fundamenta su autonomía por esta clase
de procesos «sobrenaturales» que acontecen en la privacidad de
su habitación. Sin embargo, la paradoja de este ejercicio consiste
en que los procesos de esta esfera no son funcionales afuera
de la esfera del distribuidor. Con el aura existe un mecanismo
para evidenciar que la cuestión en disputa no es si la obra ---ya
no solo artística--- es sagrada, sino que es suficiente una lejanía
unitaria. Por otro lado, en su decaída se abren nuevas posibilidades,
incluyendo las novedosas prácticas de extracción de capital.
Un ejemplo de la dependencia de la esfera autoral lo tenemos
en las «economías del regalo» que se dan en el desarrollo de
_software_ libre o de código abierto, así como en el movimiento
de la cultura libre o en la iniciativa del acceso abierto. Pese
a la insistencia de textcite[stallman2004b] de que el movimiento
del _software_ libre apuesta por el programador y el usuario
final ---el creador y el «público»---, las cuatro libertades
establecidas para ello ---vistas en la sección 8--- suponen un
salto cualitativo entre las libertades del uso de un programa
y las libertades de quien lo desarrolla o de quien lo consume.
El discurso de textcite[stallman2004b] y de la +++FSF+++ se enfoca
en el _uso_ libre del _software_ para así fomentar una sociedad
«libre» y democrática. No obstante, cuando se trata de cuestionar
la organización de la producción, el discurso del _software_
libre apela a una posición templada, incluso hasta el punto de
negar la categoría de «libre» al _software_ cuyas licencias impiden
su uso para la acumulación de capital, como la Licencia de Producción
de Pares @parencite[kleiner2019a], la Licencia Editorial Abierta
y Libre @parencite[zhenya2019a] o cualquier licenciamiento _copyfarleft_.
Entre las comunidades de desarrolladores de _software_ libre
o de código abierto es célebre la gran disputa entre ambos en
relación con la cláusula necesaria para una licencia _copyleft_.
Para que un programa computacional sea considerado «libre», este
tiene que poseer una condición en su licencia que garantice que
esta «libertad» no sea erradicada. Este requisito es conocido
como cláusula hereditaria o virulenta, la cual _limita_ a las
obras derivadas a tener el mismo tipo de licencia. La paradoja
en la restricción de la libertad para su conservación ha sido
criticada por la iniciativa del código abierto. Acorde a esta,
la libertad de empresa está negada en semejante cláusula ---aunque
más bien está velada, ya que pretende pasar de una economía de
producción a una basada en la prestación de servicios, de manera
similar a como el principal modo de acumulación de capital ahora
son los distintos tipos de +++PI+++ y no la extracción de recursos
o la producción de bienes---. En este caso no hay una posición
templada respecto a las posibilidades de acumulación que puede
tener la producción de código y de cómo esto es posible a través
de una relación estrecha entre productores y distribuidores ---no
es coincidencia que el principal soporte de la @textcite[tlf2019a]
sea corporativo---. En su lugar, esta asociación se incentiva
hasta el punto de promocionar modelos de negocios sostenibles
en contextos políticos y económicos muy específicos; a saber,
un mercado de capital de riesgo que se asemeja más a un juego
de apuestas e instituciones gubernamentales que auxiliarían financieramente
y con recursos públicos a las empresas en caso de quiebra ---como
ha pasado con WeWork, como Uber o Lyft aún trabajan en números
rojos o como Amazon durante muchos años no reportó ganancia alguna---.
Mientras tanto, el movimiento de la cultura libre ha dado cabida
a un tipo de discurso en torno a la metafísica de la creación.
@textcite[lessig2005a] sentó las bases para argumentos en pos
de los creadores a través de reformas al _copyright_. Este _copyjustright_
enfatiza más una renovación en la relación entre creadores y
distribuidores que un cuestionamiento a los fundamentos que hacen
posible semejante relación. La «libertad» posibilitada por este
movimiento es una relativa a la elaboración de bienes y no una
que intenta reorganizar los modos de producción. De la mano de
garantías contractuales y un discurso creacionista, productores
y colaboradores se ven en una situación de una libertad de empresa
dentro de los marcos ya prestablecidos para la transferencia
de la riqueza a quienes ostentan los medios de producción, reproducción
y distribución de bienes culturales. Y en el marco del acceso
abierto, este se ha identificado como una iniciativa promovida
por un tipo específico de creador: el productor de conocimiento.
Sin embargo, sus márgenes de acción por lo general se restringen
a lo que es posible dentro de las instituciones universitarias
y sus diversas relaciones con los sectores público y privado.
Las nociones de «libertad» y de «apertura» se han convertido
en conceptos operantes para una mayor extracción de capital a
partir del trabajo llevado a cabo por las «economías del regalo».
Al mismo tiempo, diversas instituciones ajenas de la esfera autoral
fomentan su cultivo según ciertas reglas de operación que permiten
la transferencia de la riqueza del productor al reproductor.
El constante ejercicio de llamar al autor cada vez que esto convenga
demuestra que en lugar de ser una realidad evidente por sí misma,
es de una existencia tan fugaz que le impide dar pie a un ecosistema
de manera autónoma.
¿Quién es un autor? Aquel que por apropiación o por atribución
es relacionado a una obra. Una historia de las portadas de los
libros da un buen ejemplo del lento pero paulatino aumento en
la mención del autor para su consolidación dentro de la industria
y el comercio del libro. Según @textcite[lafaye2002a], en los
albores de la imprenta el autor raras veces era mencionado en
la portada, ya que la prioridad era un título largo que sintetizara
el contenido de la obra. En la actualidad la función de la portada
ha cambiado. No consiste ya en ofrecer a primera vista un resumen
del libro, este cometido ha pasado primero a la contraportada
y en la actualidad está siendo trasladado a los primeros párrafos
de la obra. La contraportada empieza a operar más como referencia
publicitaria que avala al libro a través de los elogios hechos
al autor o a la obra por parte de la crítica. La portada cada
vez ofrece más un título atractivo, breve y poco descriptivo
---su fragmentación es otra técnica para atajar la pérdida de
mención al contenido; a saber, un subtítulo que lleva a cabo
las funciones tradicionales del título---, además de que el nombre
del autor es una constante que poco a poco tiene un tamaño de
fuente mayor o al menos una mejor legibilidad. El pico actual
de las menciones al autor se tienen en portadas donde la imagen
es el escritor de la obra y el texto más visible es su nombre,
junto con una contraportada que elogia al autor y un estudio
introductorio donde se consolida la introducción e inteligibilidad
de la obra a partir de la vida de quien la escribió.
No es clara esta obsesión por el autor en un contexto donde el
control de los medios de producción, reproducción y distribución
de bienes culturales están cada vez más concentrados e innacesibles
al productor. Además, la falta de claridad en sus propios procesos
expone que uno de los caracteres más relevantes para la producción
de obras no es la creación sino las técnicas de escritura, pintura,
escultura, danza, teatro, música, cine, programación e investigación
que facilitan la reproducción de bienes. La pérdida del aura
que menciona @textcite[benjamin2018a] no es una consecuencia
del advenimiento de una nueva época para la producción cultural,
sino un desplazamiento técnico impulsado por los distribuidores
gracias a las nuevas posibilidades tecnológicas en la reproducción
de las obras. Las metafísicas de la creación son efectivas en
el sentido de que sus discursos alejan al productor de las posibilidades
para su organización, al mismo tiempo que contribuyen a alimentar
económicamente a la esfera del distribuidor, debido a que cada
creador requiere del colaborador que haga público un ejercicio
supuestamente practicado en privado.
No obstante, este no es el único tipo de discurso posible. La
tecnificación de los procesos creativos permiten a una mayor
cantidad de individuos el acceso a las herramientas y la posibilidad
de ser ellos mismos creadores. Sin embargo, estas capacidades
creativas por lo general están limitadas al tipo de tecnologías
empleadas; por ejemplo, lo que permite o no hacer un programa
o lo que autoriza o no un distribuidor dentro de sus plataformas.
En este caso la atribución y la apropiación de la obra queda
garantizada por medio de los términos de servicio. Sin embargo,
la distribución de la riqueza no es equitativa. Por ejemplo,
entre los _makers_, _influencers_ y _youtubers_ la generación
de contenidos es garantizada mediante una economía del regalo
que, a cambio de visibilidad o regalías, se ofrece la producción
de manera gratuita al distribuidor. Esto da valor a las plataformas
empleadas al mismo tiempo que reproduce la idea de las posibilidades
de subsistencia abiertas por las tecnologías de la creación.
Un discurso creacionista que no cumpla con este doble objetivo
---el aislamiento del productor a la par de la reproducción incesante
de su industria--- es una metafísica o una tecnología de la creación
fallida. Esta resolución toma un matiz legislativo cuando otros
modos de organización de la producción carecen de formas jurídicas
que los protejan. La autoría ha tenido derechos cuando la cesión
es posible. Sin esa garantía contractual de transferencia de
la propiedad, la relación entre creador y distribuidor no es
posible. En su reclusión, el productor es autor en el ejercicio
mínimo que garantiza su existencia: la enunciación constante
y efímera de un nombre.
Cada esfera supone cierta clase de autonomía, procesos propios
y derechos específicos. Para la esfera autoral su proceso específico
es la creación; para el reproductor, la producción y la distribución;
para el público, el uso, el consumo y la crítica. En caso contrario
a la esfera del creador, cuya autonomía y derechos están subsumidos
a la esfera del reproductor, la esfera del público cuenta con
un amplio espectro que no permite aclarar cuál es su autonomía
dentro de este marco, al mismo tiempo que esta ambigüedad impide
la identificación de derechos plenos.
Por un lado, la clase de uso promovido por las esferas estatal
y comercial ha sido preferentemente el consumo privado. Los únicos
derechos perceptibles en esta esfera ---las doctrinas del dominio
público y del uso justo--- son permisibles después del término
garantizado o a través de ciertos empleos específicos que no
afectan la explotación regular y privada de la obra. No hay en
esa clase de derechos un privilegio del uso público sobre el
uso privado, al menos que el Estado considere que la obra o la
invención es de utilidad pública; a saber, cuando estas se estiman
«necesarias para el adelanto de la ciencia, la cultura y la educación
nacionales» @parencite[indautor1996a]. Estos casos son tan infrecuentes
que no se localizaron ejemplos contemporáneos y en México de
su empleo.
El consumo de bienes y servicios no es competencia directa del
público, sino de los distintos actores productivos, comerciales
y estatales que se relacionan en el mercado. En este caso tampoco
el consumo de bienes da autonomía al público ya que este depende
de las configuraciones políticas y económicas hechas al mercado.
Además, los derechos del público en este proceso están diseñados
para la defensa del consumidor en contra de mercancías apócrifas,
pero no para conceder control sobre su organización. El público,
de nueva cuenta, se fragmenta en cada uno de los consumidores
que cuentan con libertad de elección en la compra de mercancías
---empoderando o empobreciendo productores o reproductores a
su paso---, pero que no tienen la capacidad operativa para generar
nueva relaciones en el mercado ---una pérdida de su capacidad
política para la acción---.
Por último, el ejercicio de la crítica, aunque amplificado por
las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, sigue
teniendo su efectividad pública a través de la mediación del
discurso por instituciones gubernamentales o privadas. La crítica
hecha en un medio de comunicación tradicional, como el periódico,
la radio o la televisión, es más accesible al crítico profesional
y también más controlado por las esferas del distribuidor y del
Estado. Pero la crítica por otros medios, como las redes sociales
o el _blog_, se transforma muchas veces en un ejercicio sin voz.
La crítica pierde dimensión pública, centrándose en nichos específicos
del mercado o de profesionales; o bien, su alcance queda limitado
a los suscriptores de la misma plataforma. En uno u otro caso
la autonomía queda en duda, su ejercicio efectivo es a través
de los medios que el distribuidor pone a disposición del «público»
pero de los cuales no permite su remodelación. Además, la libertad
de expresión queda constreñida por las relaciones que se tienen
con las esferas estatal y comercial o incluso por los términos
de servicio de las plataformas empleadas.
Aunque queda pendiente un análisis más puntual al respecto, la
esfera pública en muchos casos engloba dinámicas, relaciones
y actores cuyo origen o fin no es «público». Por ello, más que
una esfera, el sector «público» es un término general que engloba
una diversidad de prácticas políticas, económicas y jurídicas
constantes en su generalidad pero aisladas en su pretensión pública.
Solo a través de generalización es posible percibir en todo ello
un conjunto que semeje a una esfera.
En un «marco teórico» que percibe a la producción y comercialización
de bienes culturales como un compuesto de tres esferas ---el
creador, el distribuidor y el público---, los modos de uso de
la +++PI+++ y de los +++BC+++ exhiben una interacción constante
entre dos actores. La esfera autoral queda supeditada al distribuidor,
mientras que la esfera pública habita entre los vericuetos que
permiten las relaciones de producción ejecutadas por el reproductor
e inspeccionadas por el Estado. Es decir, las políticas y las
economías permitidas en el quehacer cultural tienen un fuerte
matiz a partir de lo que se hace posible a través de las negociaciones
entre entidades privadas e instituciones gubernamentales. Tal
vez las futuras teorías sobre la producción cultural ---humanistas
o no--- tendrán el cometido de buscar categorías que vuelvan
inoperantes estos modos de producción. ¿Cómo es eso posible?
Se trata de una pregunta más por contestar y que queda fuera
de los parámetros de esta investigación.
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