Continuación en la redacción

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NikaZhenya 2017-09-07 16:27:01 -05:00
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@ -1,4 +1,4 @@
# *¿Puede pensar la inteligencia artificial?
# ¿Puede pensar la inteligencia artificial?
Este texto no aporta nada significativo al campo de la inteligencia artificial
(IA) ni tampoco al campo de estudio con el que se piensa contrastar; a saber,
@ -158,30 +158,30 @@ límites biológicos, de denunciar una «violencia teórica» o de argumentar qu
en efecto, la IA no piensa, quizá un recorrido en otro campo ayude a mostrar
otra cara de este problema…
## El «decubrimiento», «invención», «encuentro», «desencuentro» o «choque» de América
## El «decubrimiento», «invención», «encuentro», «desencuentro» y «choque» de América
Cuando Colón arribó al Caribe ignoró que estaba tocando pie en un nuevo
Cuando Colón arribó al Caribe ignoró que estaba tocando pie en un «nuevo»
continente. Pese a las sospechas que lo fastidiarían el resto de sus días,
el «descubridor» de América siempre pensó que lo que había «descubierto» era
una nueva ruta a las Indias. Carácter enigmático de este fenómeno ya que
a partir del desconocimiento paulatinamente se forjaría una idea de lo que
se conocería como Nuevo Mundo y, más tarde, América.
una nueva ruta a las Indias. Vaya carácter enigmático el de este fenómeno
ya que a partir del desconocimiento paulatinamente se forjaría una idea de lo
que se conocería como Nuevo Mundo y, más tarde, América.
Este proceso que parte del desconocimiento hasta la confrontación, no solo en
el plano bélico sino también en el discurso, es lo que de cierta manera
permite indicar que fueron los españoles, primero los aventureros y luego los
conquistadores, los «descubridores» de América. Contactos entre este continente
y el resto ya habían existido: lo que conocemos por América no estaba del todo
aislado, simplemente estaba afuera, era el límite de las cosmovisiones de las
culturas europeas, asiáticas, africanas u oceánicas. Así como en la antigua
Grecia todo aquello fuera de la influencia helénica era considerado «bárbaro»,
así también América no había sido incorporando al horizonte de sentido de las
culturas al otro lado del océano. Es más, América no era ni «bárbara», ya que
esto implica una incorporación negativa, era por lo menos un mito, aunque para
la mayoría una «nada».
conquistadores y evangelizadores, los «descubridores» de América. Contactos
entre este continente y el resto ya habían existido: lo que conocemos por
América no estaba del todo aislado, simplemente estaba afuera, era el límite de
las cosmovisiones de las culturas europeas, asiáticas, africanas u oceánicas.
Así como en la antigua Grecia todo aquello fuera de la influencia helénica era
considerado «bárbaro», así también América no había sido incorporando al
horizonte de sentido de las culturas al otro lado del océano. Es más, América
no era ni «bárbara», ya que esto implica una incorporación negativa, era por lo
menos un mito, aunque para la mayoría una «nada».
Las exploraciones, conquistas, colonización y evangelización españolas serían
el punto de arrastre que incorporarían a este continente en el marco de la
el punto de arrastre que anexionarían este continente en el marco de la
cultura occidental. Más que el europeo haya dotado de «ser» a América, le
implantó un orden de las cosas en torno a algo tan desconocido y euroasiático
como lo es el concepto de «ser». El verbo «dotar» no es un simple «dar» sino
@ -215,24 +215,24 @@ cae en cuenta que esta aparición *ex nihilo* no fue una llana masa inerte,
sino llena de «vida» con un grado de familiaridad enorme.
La aparición de «nueva vida», más específicamente de «vida semejante» es lo
que empezó un proceso de asimilación que no fue políticamente neutro ni propio
de cada uno de los individuos, americanos o españoles. ¿De qué manera traer
a sí algo tan desconocido pero al mismo tiempo tan similar? ¿Cómo, pues, cada
cultura iba a incorporar a su horizonte cultural una «nada» que casi de la noche
a la mañana se develó como un «ser como otro»? El «ensueño de la imaginación»,
como gusta llamarse Romero de Solís, fue precisamente el vínculo dentro de esta
crisis de identidad.
que empezó un proceso de asimilación que no fue políticamente neutro ni del
todo propio de cada uno de los individuos, americanos o españoles. ¿De qué
manera traer a sí algo tan desconocido pero al mismo tiempo tan similar? ¿Cómo,
pues, cada cultura iba a incorporar a su horizonte cultural una «nada» que casi
de la noche a la mañana se develó como un «ser como otro»? El «ensueño de la
imaginación», como gusta llamarse Romero de Solís, fue precisamente el vínculo
dentro de esta crisis de identidad.
Cuando algo tan «irreal» cae sin previsión en el mero centro de una «realidad»
considerada consumada, es ir a sus límites, retrotraerse, lo que facilita su
digestión a prisa, con desvelo y a contrapelo. Los americanos no necesitaban
considerada consumada, es la ida a sus límites, el retrotraerse, lo que facilita
su digestión a prisa, con desvelo y a contrapelo. Los americanos no necesitaban
de los españoles para darle cumplimiento a su realidad: la idea de la espera
del regreso de Quetzalcóatl no era una opinión compartida por muchos. Ni los
españoles precisaban de América para terminar de pulir su realidad: querían
nuevas rutas de mercado, la Corona anhelaba la legitimación de su poder ante
una Europa perspicaz con sus acciones. Pero pese a esta autosuficiencia,
América se convirtió en el umbral que trajo a España a su edad de oro, en
sentido figurado y literal, y que a los españoles los convirtió en entes
sentido figurado y literal, y lo que convirtió a los españoles en entes
divinizados.
Este desenvolvimiento de los hechos no me parece que haya sido ingenuidad por
@ -240,8 +240,8 @@ parte de los americanos o suerte de los españoles. En los límites de lo real
aconteció una incorporación que permitió un ver cara a cara el otro a partir
de la ficción y el mito. Para los españoles América fue la expresión concreta
de sus novelas caballerescas. Mientras que para los americanos fue la
condensación de mitos de ese modo tan suyo de ser de los mitos: como creencia
pero recelo al mismo tiempo.
condensación de mitos en ese modo tan suyo de presentarse: como creencia pero
recelo al mismo tiempo.
Un aspecto interesante es que la asimilación española no fue a través de la
incorporación de personas a su mundo, sino la anexión de tierras y riquezas.
@ -250,25 +250,25 @@ era de doncellas, enemigos destruidos de manera heróica, fama, gloria y
riquezas. Nada distinto a los planes generales de Hernán Cortés, a su estricto
cuidado en conocer toda la geografía de Mesoamérica o en mandar a explorar por
la noticia de que en Colima, específicamente en Cihuatlán (ahora parte de
Jalisco) estaba un lugar de mujeres hermosas, las Amazonas, y muchas perlas.
Nada tampoco opuesto al fundador de la Nueva Galicia, Nuño de Guzmán, y la
exterminación sin peso de conciencia de los americanos, su lucha heróica por el
occidente mesoamericano. Ni extraña el hecho que ante el desobedimiento de sus
huestes y el primer enfrentamiento con los nativos de Colima, al parecer en
Tecomán o Armería, Hernán Cortés mandará a unos de sus generales de mayor
confianza, Gonzalo de Sandoval, a que inmediatamente fuese a «pacificar» las
tierras de occidente, independientemente de que se encontraba en el Pánuco: no
solo era una desestabilización política por abrir nuevos frentes cuando en
otros la victoria aún no estaba asegurada, también implicaba la lucha titánica,
casi perdida que merecía un «buen ejemplo» del triunfo de los caballeros de la
corona; es decir, violencia al tope para exaltar al héroe mientras que
demostraba su lealtad ante sus señores (y la espera de una buena fama y
encomiendas). Así también puede entenderse al pobre Francisco Cortés y su anhelo
por ir lo más lejos posible del nuevo horizonte español, esa frontera donde la
ficción aún podía fundirse con la realidad; pese a su intento, olvidó que la
puesta al límite implica una relación de poder, la cual siempre sería opacada
por su pariente más sobresaliente, el mismo Hernán Cortés, teniendo una muerte
trágica, una muerte buscada por un caballero sediento de fama.
Jalisco) había un lugar con mujeres hermosas, las Amazonas, y con muchas perlas.
Nada tampoco opuesto a Nuño de Guzmán y la exterminación sin peso de conciencia
de los americanos, su lucha heróica por el occidente mesoamericano, ahora Nueva
Galicia. Ni extraña el hecho que ante el desobedimiento de sus huestes y el
primer enfrentamiento con los nativos de Colima, al parecer en Tecomán o
Armería, Hernán Cortés mandará a unos de sus generales de mayor confianza,
Gonzalo de Sandoval, a que inmediatamente fuese a «pacificar» estas tierras,
independientemente de que se encontrara en el Pánuco: no solo era una
desestabilización política por abrir nuevos frentes cuando en otros la victoria
aún no estaba asegurada, también implicaba la lucha titánica, casi perdida, que
merecía un «buen ejemplo» del triunfo de los caballeros de la corona; es decir,
violencia al tope para exaltar al héroe mientras que demostraba su lealtad ante
sus señores (y la espera de una buena fama y encomiendas). Así también puede
entenderse al pobre Francisco Cortés y su anhelo por ir lo más lejos posible del n
uevo horizonte español, esa frontera donde la ficción aún podía fundirse con la
realidad; pese a su intento, olvidó que la puesta al límite implica una relación
de poder, la cual siempre sería opacada por su pariente más sobresaliente, el
mismo Hernán Cortés, teniendo una muerte trágica, una muerte buscada por un
caballero sediento de fama.
La asimilación americana fue a través de cada uno de los españoles, porque de
esas tierras lo único que sabían era lo que les contaban. Fue el contacto de
@ -285,18 +285,17 @@ causaba más pánico el estruendo y el hedor de la pólvora quemada que la
capacidad destructiva del cañón. El caballo no se veía como un instrumento
militar al modo en que los españoles lo daban por sentado, ni los bergantines
como señales de amenaza militar. Fue la envergadura, el ruidio, el olor y la
textura tan novedosos para los americanos, tan más radicalmente inédito como el
insólito panorama que los españoles vieron al ver estas tierras. Esta
manipulación de las sensaciones por parte de seres tan semejantes a los
americanos fue lo que en su límite se captó como el deshilachamiento del mito en
las hebras que componían las venas de aquellos entes. No eran totalmente dioses,
pocos así lo creyeron, pero tampoco eran del todo hombres, esa técnica no
formaba parte de este horizonte mundano. ¿Entonces? Asimilación con recelo hasta
que con el tiempo los mismos españoles evidenciarán dos cosas: 1) son
igualmente humanos y 2) lo más aterrador no era su capacidad técnica, sino cómo
su técnica estaba diseñada para dar muerte: armaduras, caballos, espadas,
lanzas, cañones, bergantines y retórica, todo perfilado para cubrir de sangre
semejante porte.
textura tan novedosos para los americanos, tan más radicalmente inédito como
insólito fue el panorama de estas tierras para los españoles. Esta manipulación
de las sensaciones por parte de seres tan semejantes a los americanos fue lo que
en su límite se captó como el deshilachamiento del mito en las hebras que
componían las venas de aquellos entes. No eran totalmente dioses, pocos así lo
creyeron, pero tampoco eran del todo hombres porque esa técnica no formaba parte
de este horizonte mundano. ¿Entonces? Asimilación con recelo hasta que con el
tiempo los mismos españoles evidenciarán dos cosas: 1) son igualmente humanos y
2) lo más aterrador no era su capacidad técnica, sino cómo su técnica estaba
diseñada para dar muerte: armaduras, caballos, espadas, lanzas, cañones,
bergantines y retórica, todo perfilado para manchar de sangre semejante porte.
Del espacio caballeresco y de la nueva técnica del hombre se siguió la
nivelación del tono. Los españoles se dieron cuenta que América no era una
@ -319,23 +318,100 @@ dudas y tentativas de respuesta respecto al significado, el sentido y la raíz
de cada una de estas realidades. Pero la distancia también fue garrafal. Los
españoles no lograban entender la importancia y el sentido que las celebraciones
tenían en Mesoamérica, incluida entre estas la práctica del sacrificio. A los
americanos les costaba abstraer la idea de un Dios que, en un primer aspecto
consistía de tres seres, y en un último aspecto uno de estos seres carecía
de todo cuerpo, así como la autoridad que se le daba a una persona de decir que
era suyo unas tierras que nunca había trabajado ni conocía. En este breve
«encuentro» aconteció el «desencuentro»: la cruz o la guerra.
americanos les costaba abstraer la idea de un Dios que consistía de tres seres,
siendo uno de estos «alguien» que carecía de todo cuerpo, así como les pareció
absurdo la autoridad dada a una persona que decía que era suyo unas tierras que
nunca había trabajado ni por lo menos visto. En este breve «encuentro» aconteció
el «desencuentro»: la cruz o la guerra.
En no «encontrarse» fue la imposibilidad de percibir en el otro un
humano-humano; es decir, un hombre tal como en cada mundo se conocía como tal:
era de bárbaros el sacrificio, era lo locos o borrachos el creer en semejante
divinidad o en un tlatoani que se arropaba todo el mundo para sí. El proceso
de diferenciación por parte de los españoles fue desde un sentido
ético-religioso, donde todos los americanos eran humanos, pero portadores del
pecado original, por lo que era preciso el tutelaje por acuerdo mutuo, cuyo
principal guía fue Bartolomé de las Casas. O la distinción fue de un modo
naturalista: los indios carecían de razón natural, por lo que se justificaba la
guerra en caso de no querer aceptar la cruz, por ellos y el futuro de los
americanos, siendo Juan Ginés de Sepúlveda su mayor punto de relieve. De la
Junta de Valladolid se desprendió la justificación necesaria para lo que ya se
estaba llevando a cabo en América.
El proceso de diferenciación entre los americanos fue desconfianza ante la
palabra de los españoles, sentimiento de culpa por haber dado abrigo al
enemigo y una actitud de vencimiento por haber traicionado los fundamentos de
su mundo. Los conquistadores poco a poco mutaron en una plaga enviada por los
dioses a modo de castigo, no más rituales, no más sacrificios podrían salvar
al mundo que se derretía. Y cuando el centro de la realidad se fragmenta en
mil pedazos o cuando la realidad era tan pesada, lo más anhelado es aniquilarla
de modo contundente y reservar una migaja a modo de refugio. Quienes ostentaban
el poder no les quedó sino tratar de enmendar sus abusos del pasado, en poco
tiempo, tan despojada de orgullo que fue motivo de recelo, en lugar de
convencimiento. A esos americanos, a los autodenominados aztecas, la lucha y
la muerte digna fueron sus opciones. Pobre Moctezuma, la vergüenza de América,
y Cuauhtémoc, ese trágico *élen vital* que anuncia la retirada por lo alto de
una era. Los bárbaros del norte, se fueron con el sol al morir la tarde, danza
afligida con Huitzilopochtli y su universo de valores guerreros. Entre los
dominados por ese «imperio», los españoles se percibieron como un mal menor, o
al menos como esa maldad necesaria para salvaguardar lo poco que les quedaba.
Las alianzas o las treguas era lo más viable cuando en el mundo en el que se
vivía se estaba siempre a la sombra de una voluntad más fuerte y violenta como
fue esa tribú chichimeca que fundó Tenochtitlan.
Diferenciación en sentido ético-religioso o naturalista, o como ocaso digno
o nuevo sometimiento, por desgracia no fue suficiente para el proceso de
aculturación de dos mundos. En esta tierra y con ese contraste de posturas
solo un mundo era posible: la confrontación ocurrió. Noches tristes, quema
de pueblos, suicidios colectivos y traiciones es como se traduce la parte más
obvia de este proceso de aculturación. Henán Cortés en la huida por la pérdida
de control ocasionada por sus huestes; una revancha que marcó el hito para
demostrar que Tenochtitlan no era invensible; la «pacificación» del Pánuco o
del occidente como «buen ejemplo» de la capacidad bélica española por negar la
cruz; los amotinamientos de los americanos que en varias ocasiones estuvieron
cerca de crear un punto de referencia sobre la debilidad de los españoles; unos
americanos que prefirieron matarse, asesinar a sus hijos y clavarse cuchillos
sobre el vientre para que ni ellos ni su estirpe tuvieran un destino reducido
a ser animales de carga que comían restos de maíz, como lo describió Lebrón de
Quiñones; un Tzintzuntzan que de manera tan hábil pudo mantener una relativa paz
con Cristóbal de Olid, uno de los generales de Cortés, pero cuya tregua fue tan
frágil como liviana se mostró la palabra de Nuño de Guzmán que quemó al «rey» y
al «reino» de los purépechas.
Si bien este relato es más una trama construida que la sucesión precisa de
hechos históricos, lo que quiero poner de relieve es que la comprensión del
«decubrimiento», «invención», «encuentro», «desencuentro» y «choque» de América
es tanto un conjunto de hechos como su reconstrucción para tener un conocimiento
general de este momento específico de nuestra historia. Esta reestructuración
tan nuestra se comprende a través de estos fenómenos: 1) el desconocimiento y
los procesos de 2) asimilación a través del límite, 3) humanización, 4)
diferenciación y, por último, 5) confrontación. Es un factor fenoménico
descrito desde una perspectiva general al hablar de americanos y españoles.
Pero quizá también sean aplicables, con sus respectivas modifiacciones o
ausencias, desde un punto de vista individual y no solo para la comprensión
de la conquista de América…
## La aculturación en la inteligencia artificial
---
Desconocimiento y shock
Desconocimiento
Asimilación a través del límite de lo real (mito y ficción)
Humanización
Diferenciación, reducción y confrontación
Diferenciación
Confrontación
=> Aculturación
Implantación de un orden de las cosas
Más que el europeo haya dotado de «ser» a América, le
implantó un orden de las cosas en torno a algo tan desconocido y euroasiático
como lo es el concepto de «ser».
un conjunto de hechos como su reconstrucción para tener un conocimiento
general de este momento específico de nuestra historia. Esta reestructuración
tan nuestra se comprende a través de estos fenómenos: 1) el desconocimiento y
los procesos de 2) asimilación a través del límite, 3) humanización, 4)
diferenciación y, por último, 5) confrontación.
Pero prefiero otra división cuando se trata del problema sobre si la IA
«piensa», que a lo largo de este texto intentaré indicar su pertinencia: