Cambios ligeros en la redacción

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NikaZhenya 2017-11-02 09:13:22 -06:00
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> 3. El reino, el muro, la selva y todavía más allá. 4. El motín por
> la inteligencia artificial.
Este texto no aporta nada significativo al campo de la inteligencia artificial
(IA) ni tampoco al campo de estudio con el que se piensa contrastar; a saber,
la historiografía regional colimense o, en un sentido más amplio, a la historia
de «la conquista de América». El objetivo de este escrito es «ensayar»: «jugar»
con un posible nexo entre disciplinas tan dispares para poder revisitar un
problema presente en la teoría de la IA que se sintetiza con el título de este
documento.
## 1. La inteligencia artificial y el problema del pensar
Dentro de la teoría de la IA se da por sentado la división del campo de estudio
@ -111,8 +103,9 @@ otros tipos de quehacer, como puede ser la creación de una escultura o la
agricultura: esas actividades que requieren el uso de la «mano». Y aunque
una genealogía de los fundamentos filosóficos de la IA sería interesante, lo
relevante aquí es que esta abstracción «sobre» el pensar: 1) fue un despojo de
su base biológica y 2) es una concepción enraizada en la tradición cultural,
por lo que no es una visión nueva ni propia de la IA, sino que yace debajo.
su base biológica y 2) es una concepción enraizada en nuestra tradición
intelectual, por lo que no es una visión nueva ni propia de la IA, sino que
yace debajo.
El vínculo entre el «pensar» y la «conciencia» con las funciones biológicas de
un «cuerpo» es una condición por la que nuestra cultura ha podido hablar al
@ -217,10 +210,10 @@ imaginación» —como gusta llamarle Romero de Solís— es el vínculo dentro
esta crisis de identidad.
Cuando algo tan «irreal» cae sin previsión en el mero centro de la «realidad»
considerada consumada, es la ida a sus límites —el retrotraerse— lo que facilita
su digestión a prisa, con desvelo y a contrapelo. Los americanos no necesitaban
de los españoles para darle cumplimiento a su realidad: la idea de la espera
del regreso de Quetzalcóatl no era una opinión compartida. Ni los españoles
considerada consumada, es la ida a sus límites lo que facilita su digestión a
prisa, con desvelo y a contrapelo. Los americanos no necesitaban de los
españoles para darle cumplimiento a su realidad: la idea de la espera del
regreso de Quetzalcóatl no era una opinión compartida. Ni los españoles
precisaban de América para terminar de pulir su realidad: querían nuevas rutas
de mercado, la Corona anhelaba la legitimación de su poder ante una Europa
perspicaz con sus acciones, suponiendo ya una realidad como dada. Pero pese a
@ -275,8 +268,8 @@ partícula de aquello que no nace en esta tierra: espejos y conversaciones:
sensación extraña que no termina de asentarse. En este límite la técnica fue
agente para la digestión. Cuando Cortés mandaba a dar cañonazos causaba
más pánico el estruendo y el hedor de la pólvora quemada que la capacidad
destructiva del cañón. El caballo no se veía como un instrumento militar al ni
los bergantines como señales de amenaza militar. Fue la envergadura, el ruidio,
destructiva del cañón. El caballo no se veía como un instrumento militar ni
los bergantines como señales de amenaza militar. Fue la envergadura, el ruido,
el olor y la textura tan novedosos para los americanos, tan más radicalmente
inédito como insólito fue el panorama de estas tierras para los españoles.
Esta manipulación de las sensaciones por parte de seres tan semejantes a los
@ -406,7 +399,7 @@ cerca de nuestro hogar y nace ese deseo de al fin desnudarnos y poder
descansar en esa *propiedad* donde nos sentimos seguros.
Lo cercano es lo mío, es lo nuestro, es ese espacio de dominio por el que
día con día legitimamos su existencia como pertenencia nuestra con diversos
día con día legitimamos su existencia como nuestra pertenencia mediante diversos
quehaceres. La legitimización no es por vía jurídica o mediante el poder del
Estado: el derecho y cualquier forma de estructura política crece sobre ese
lugar común de convivencia. Lo que le da fundamento es el cuidado para que esta
@ -436,9 +429,9 @@ desorden.
¿Qué hacemos pues ahí, si no es tan placentero? ¿Acaso es miedo de huir o
resignación porque lo peor es nada? No: es lo que somos. Somos espacio y
somos tiempo, pero no en esa abstracción que es el espacio cartesiano o el
tiempo como veinticuatro horas al día durante trecientos sesenta días al año
—esa libertad de ir a donde sea y ese ir solo hacia una muerte en lugar de un
mejor destino. El espacio es ese reino que todo el tiempo limpiamos,
tiempo como veinticuatro horas al día durante trecientos sesenta y cinco días
al año —esa libertad de ir a donde sea y ese ir solo hacia una muerte en lugar
de un mejor destino. El espacio es ese reino que todo el tiempo limpiamos,
¿cómo alejarse cuando nuestro ser no solo brota, sino que se funde entre
cara vericueto de esa arquitectura?
@ -497,7 +490,7 @@ manera arbitraria les tocó quedarse encerrado entre los muros, desde sus puerta
o por lo alto de las paredes contemplan un panorama desolador que solo el muro
evita su choque con el reino. La nada de ser efímera pasa a ser eso otro
radicalmente distinto del ser entre muros, de lo que desde adentro se dice que
es el ser, sin coletilla, porque no hay más ser allá de ese muro.
es el ser, sin coletilla, porque ya no hay más ser allá de ese muro.
¿Qué tal si el reino no tuviera muros? ¿Que pasaría si el dominio no estuviese
limitado por la nada? ¿Cómo sería si la nada no existiera? El reino que nos
@ -530,7 +523,8 @@ fue constituido y ha sido mantenido por nosotros y nuestros antecesores.
Más allá del espacio común de convivencia —ahora diferenciado por un muro
entre el reino: el ser edificado, y la nada: el ser efímero— está
la selva: aquello que es pero sin que el reino pueda instaurarlo como ser o
como nada.
como nada, ese ser que sin ser edificado tampoco es efímero, sino que alimenta,
entretiene y sugiere nuevas políticas para el reino: el ser ficticio.
## 4. El motín por la inteligencia artificial